“Si quiere saber de verdad que es el riesgo, vaya al baño más cercano y asómese al espejo. Eso es el riesgo, lo que le mira desde el otro lado del espejo” Jason Zweig, comentario al capitulo 20 de El inversor inteligente.
Los mayores costes en los que incurre un inversor no están detrás del TER de un fondo, sino que son producto de los comportamientos que provocan sus propias emociones.
En el mundo de los mercados financieros podemos culpar a las comisiones de los vehículos de inversión de los malos resultados de los propios inversores. Sin embargo, los errores emocionales provocados por el miedo y la codicia nos hacen perder tanto o más dinero que las propias comisiones que pagamos.
La brecha de comportamiento
Behavior gap o brecha de comportamiento es el termino acuñado por Carl Richards para explicar el coste emocional en el que incurren los inversores.
Según Richards, la brecha de comportamiento es la diferencia entre los rendimientos potenciales que los inversores podrían obtener y los rendimientos que realmente consiguen debido a su mal comportamiento.
Se han realizado numerosos estudios relacionados con la brecha de comportamiento. Dos de los más prestigiosos son los que realizan anualmente la firma Dalbar y Morningstar.
Estudio “QAIB” de Dalbar
Cada año desde 1994, la firma de servicios financieros Dalbar realiza un estudio llamado “Quantitive Analysis of Investor Behavior” (QAIB) cuyo objetivo es cuantificar el coste emocional que pagamos los inversores producto de nuestras malas decisiones.
Para ello, compara los rendimientos que ofrecen los índices de acciones y bonos del mercado USA con los rendimientos obtenidos por el inversor medio. Revisando los últimos estudios anuales de Dalbar, podemos observar como en periodos de 10 años, la brecha de comportamiento puede llegar a ser enorme.
El estudio QAIB de 2018, por ejemplo, mostró que durante los diez años anteriores, el rendimiento promedio del inversor en acciones estadounidenses fue de 4,88%. Sin embargo, el rendimiento del S&P500 fue de 8,50%.
Durante el mismo periodo, el rendimiento promedio del inversor en bonos USA fue de 0,48%. En cambio, el rendimiento del índice de bonos fue de 3,31%.
Para la firma la conclusión es clara: las decisiones emocionales de los inversores afectan negativamente a los rendimientos de su cartera. El inversor promedio, hace justo lo que no hay que hacer, compra caro encandilado por la euforia en los mercados alcistas y vende barato presa del miedo en los mercados bajistas.
Según los estudios de Dalbar, parece claro que los inversores somos un desastre a la hora de invertir, las emociones estorban, y mucho. Pero como sabemos, existen dos principales estrategias de inversión: la gestión activa y la gestión pasiva. Así que una pregunta inteligente que nos podemos hacer a la hora de invertir es la siguiente:
¿Afectará por igual la brecha de comportamiento tanto al inversor activo como al inversor pasivo?
Para responder a esta interesante pregunta vamos a ver a las conclusiones que llega un famoso estudio de Morningstar.
Estudio “Mind the Gap: Active Versus Passive Edition” de Morningstar
Desde 2014, Morningstar publica anualmente un informe llamado “Mind the Gap: Active Versus Passive Edition” en el cual se cuantifica y se compara el rendimiento que obtienen los fondos de inversión (tanto de gestión activa como de gestión pasiva) con el rendimiento que logra el inversor promedio que invierte en ellos.
A continuación adjunto una tabla que refleja la diferencia de rentabilidad que obtiene tanto el inversor activo como el inversor pasivo con respecto a los fondos en los que invierte. Los fondos analizados son fondos de inversión de renta variable USA que cubren las 9 categorías que componen el famoso style box de renta variable de Morningstar.
El periodo analizado cubre un periodo de 10 años que terminó el 31 de marzo de 2018. Los datos recogidos pertenecen al último informe disponible de Morningstar: “Mind the Gap: Active Versus Passive Edition: 2018”

Brecha de comportamiento de 2008 a 2018 del inversor activo y pasivo en fondos de renta variable USA. Fuente: Morningstar.
Fijémonos como de las 18 categorías (9 para el inversor activo y otras 9 para el inversor pasivo) sólo en una, la brecha es positiva, es decir, el inversor obtiene una rentabilidad superior a la del fondo.
También podemos observar que la brecha de comportamiento del inversor pasivo es más estrecha en 8 de las 9 categorías expuestas.
¿Os dais cuenta de lo que significan estos resultados?. No es solo que a largo plazo los fondos de gestión pasiva obtienen rentabilidades superiores a la mayoría de fondos de gestión activa gracias al ahorro de costes en comisiones, sino que además reducimos el coste de comportamiento cuando invertimos a través de ellos.
Analizando los datos publicados por estos informes de Morningstar podemos llegar a las siguientes conclusiones:
- Las rentabilidades que obtienen los fondos de inversión son, por lo general, superiores a las rentabilidades medias que logramos los inversores que invertimos en ellos.
- Esta incapacidad para lograr la rentabilidad de nuestros fondos es debido a las malas decisiones de inversión que tomamos producto de nuestros sesgos emocionales.
- Cuando invertimos en fondos de gestión pasiva nuestro comportamiento mejora con respecto a cuando invertimos en fondos de gestión activa. Consecuencia de ello es que el inversor pasivo reduce considerablemente la brecha de comportamiento y, en consecuencia, obtienen unos rendimientos más cercanos a los fondos en los que invierten.
Razones del mejor comportamiento del inversor pasivo
No deja de resultar llamativo y a la vez sorprendente. ¿A qué se puede deber que cuando invertimos en fondos de gestión pasiva nuestras emociones interfieren menos que cuando invertimos en fondos de gestión activa?. ¿Por qué nos comportamos de manera más sensata cuando nos indexamos?. Aquí tienes tres razones:
1. El cumplimiento de las expectativas
Mientras que los inversores en fondos indexados esperan tener rendimientos similares al mercado, los inversores activos esperan superarlos.
A los inversores indexados se le suelen cumplir sus expectativas. Año tras año obtienen los rendimientos esperados. Saben que aunque algunos años los rendimientos sean negativos, el resultado con el paso del tiempo debería ser positivo ya que el mercado a largo plazo tiende a crecer.
Sin embargo, a los inversores activos no siempre se le cumplen sus expectativas. Ellos esperan superar la rentabilidad del mercado, después de todo, para eso pagan una comisión más alta que la de los fondos de gestión pasiva. Mientras van por delante del mercado todo está en orden, pero en el momento en el que encadenan unos años consecutivos sin lograr batir al mercado, surgen las dudas y el miedo, y es entonces cuando es más fácil cometer errores de inversión.
En el informe “Mind the Gap: Active Versus Passive Edition 2018”, Morningstar lo explica con frases como las siguientes:
“Los inversores que invierten en fondos de gestión pasiva tienen unas expectativas. Ellos obtendrán -parafraseando al fundador de Vanguard John Bogle- los retornos del mercado menos una pequeña comisión. Por supuesto, como ya sabemos, conseguir los rendimientos del mercado menos esa pequeña tarifa es generalmente una propuesta ganadora a largo plazo”.
“Para el inversor pasivo no hay alarmas ni sorpresas. Así que con sus expectativas establecidas y pocas posibilidades de sorpresa en el camino, generalmente se contentan con estarse quietos y ganar el retorno del mercado.”
2. Confianza en la estrategia
Dado que muy pocos gestores son capaces de superar al mercado en el largo plazo y que además es muy difícil dar con ellos, el inversor pasivo confía en que indexarse al mercado es la estrategia racional. Esta confianza hace que aumenten las posibilidades de mantener el rumbo en momentos difíciles de mercado.
El escritor de finanzas personales Jonathan Clements, lo expresa de la siguiente manera:
“No es una cuestión de mayor inteligencia sino de mayor convicción en la estrategia. Cuando invertimos en un fondo indexado, nuestra única preocupación es el rendimiento de mercado. Cuando invertimos en un fondo de gestión activa debemos preocuparnos por el rendimiento de mercado y por el rendimiento del fondo en relación con el mercado. Esa doble incertidumbre hace que los inversores estén más inquietos y por tanto sean más propensos a comprar y vender en el momento equivocado”
3. Simplicidad
Simple siempre es mejor que complejo, y la inversión pasiva suele ser más simple que la inversión activa. Cuando invertimos a través de estrategias sencillas las posibilidades de cometer errores se reducen ya que entendemos mejor lo que poseemos.
Reflexión final
Los inversores tenemos verdaderos problemas para mantener un plan de inversión disciplinado por culpa de nuestras emociones. Un plan puede ser todo lo racional que quieras, pero las emociones nos hacen actuar irracionalmente. La emoción durante un mercado alcista o el miedo durante una caída de mercado pueden llevarnos a comprar y vender en los momentos equivocados, lo que afecta negativamente a la rentabilidad de la cartera.
La buena noticia es que existen algunos trucos que ayudan a que sea más fácil controlar nuestras emociones. Una de las mejores maneras de reducir el impacto de nuestras emociones es:
- Invertir en una cartera a largo plazo de fondos indexados diversificados a nivel global y por clases de activos (renta variable y renta fija)
- Automatizar las aportaciones periódicas y, si es posible, también automatizar los reequilibrios de la cartera.
- Evitar leer las noticias y los pronósticos de mercado.
- Escribir en algún lugar visible tu plan de inversión disciplinado a largo plazo y leerlo a menudo y cuando te surjan las dudas.
Para ser justos hay que reconocer que hay inversores pasivos que siguen persiguiendo la rentabilidad saltando de fondo a fondo índice, que hacen market timing con vehículos de gestión pasiva o que modifican sus planes de inversión influenciados por las noticias.
Sin embargo, según los estudios parece ser que, en términos generales, cuando invertimos a través de fondos que siguen los principios de la gestión pasiva tendemos a ser menos vulnerables a la volatilidad, más disciplinados y más proclives a mantener el rumbo.