Todo cambio comienza con un darse cuenta. Una de las razones por las que empece a interesarme en mejorar mis finanzas personales fue porque me di cuenta de que era un vividor imprudente.
Gastaba todo lo que entraba. Si me llegaba un ingreso extra, rápidamente mi cabecita se ponía a maquinar pensando en cómo me lo fundiría (un viaje, un móvil nuevo, renovar mi vestuario,..). Apenas tenía ahorros. Eso me ponía en la difícil situación de vivir a un mes de la bancarrota. Un imprevisto serio o un mes sin ingresos y mi vida financiera se pondría patas arriba. Menos mal que me di cuenta.
Entonces me comprometí a ahorrar. Descubrí el concepto de independencia financiera y, joder!! yo deseaba eso. Tener los suficientes ingresos pasivos para vivir tu estilo de vida sin tener que trabajar. ¡Qué levante la mano el que no anhele eso!
Yo quería ser IF cuanto antes. Entonces comencé a ahorrar más de la cuenta. Me obsesione demasiado.
– ¿Horas extras en el trabajo? -Contar conmigo 🤑
– ¿Salir a cenar con los amigos? -Quizás el mes que viene, este mes lo he ahorrado e invertido todo, no tengo dinero para eso ☹️
Mi obsesión por alcanzar la IF era tal, que me olvide de disfrutar del presente. Mi comportamiento con el dinero había pasado de un extremo al otro. El vividor imprudente que era se había convertido en un ahorrador obsesivo.
El vividor imprudente y el ahorrador obsesivo
Cuando hablamos de finanzas personales hay dos tipos de personas que por su comportamiento son muy tóxicas con su economía domestica.
Por un lado, están los vividores imprudentes, aquellos que gastan su dinero buscando continuamente el placer inmediato sin preocuparse un ápice por su futuro.
Por otro lado, están los ahorradores obsesivos, aquellos que ahorran su dinero sacrificando los placeres del presente con la esperanza de vivir una vida más cómoda en el futuro.
Yo he estado en ambos bandos.
Cuando era un vividor imprudente pensaba que los ahorradores eran unos inconscientes que no se habían percatado de que la vida (como reza el dicho) “son 2 días”.
Cuando me transforme en un ahorrador obsesivo comencé a pensar que los vividores eran unos irresponsables que no pensaban para nada en su futuro.
Mirando en retrospectiva me he dado cuenta de que en ambas situaciones estaba haciendo una gestión deficiente de mi dinero y que esa mala gestión era producto del miedo.
No saber qué nos deparará el futuro nos perturba y tratamos de buscar soluciones a través de los recursos que tenemos a nuestro alcance y uno de ellos es el dinero.
No podemos predecir el futuro
A los seres humanos nos gusta controlarlo todo. Sin embargo, la impredecibilidad de la vida hace imposible que podamos prever cuando vamos a sufrir un revés económico, una limitación física o incluso cuando se producirá nuestra propia muerte, y ahí reside el problema.
En mi periodo como vividor imprudente argumentaba que dado que la vida es impredecible, hay que tener muy en cuenta que existe la posibilidad de que más adelante no tengamos las capacidades físicas y psíquicas óptimas para disfrutar de aquellas cosas que los ahorradores obsesivos posponen para el futuro.
Por ese motivo, no valoraba nada el ahorro y gastaba todo mi dinero.
Despues, en mi etapa de ahorrador obsesivo también me apoye en la incertidumbre de la vida. Pero esta vez para hacer todo lo contrario, justificar mi oposición a disfrutar de los placeres del corto plazo y defender mi obsesivo ahorro. Consideraba que por el mero hecho de que la vida es impredecible no se puede dejar en manos del destino nuestro futuro financiero.
Como ahorrador obsesivo vivía continuamente con la inquietud de no saber si tendría suficiente dinero para vivir bien en el futuro y no paraba de acumularlo.
En ambas etapas me estaba haciendo mucho daño. Pero si lo piensas bien, en ambas etapas tenía mi parte de razón:
- Siendo un vividor imprudente tenía bien claro que hay que disfrutar del presente mientras podamos, porque no sabemos en qué condiciones estaremos en el futuro.
- Siendo un ahorrador obsesivo entendía la importancia de tener ahorros, porque no sabemos cuando pueden ocurrir eventos inesperados que nos pongan en la tesitura de necesitarlos.
Vividor prudente y ahorrador consciente
Adoptar el comportamiento del vividor imprudente o el del ahorrador obsesivo son dos posturas extremistas que no nos hacen ningún bien.
La verdad es que no tiene que ser todo blanco o negro. Aristóteles denominaba los extremos como vicios y consideraba que en el termino medio está la virtud. Estoy completamente de acuerdo con esa idea. Entre un vividor imprudente y un ahorrador obsesivo hay toda una amalgama de opciones intermedias a las que atenerse.
Se puede disfrutar del presente sin ser un vividor imprudente y, a su vez, ahorrar e invertir para el futuro sin ser un ahorrador obsesivo.
Uno puede disfrutar de la vida y a la vez responsabilizarse de su futuro. Uno puede escoger ser un vividor prudente y un ahorrador consciente. Y, ¿cómo se consigue eso?, En mi caso, la clave para lograrlo ha sido la frugalidad.
Frugalidad
La frugalidad me ha ayudado a entender que no se necesita ni mucho dinero, ni muchas cosas para ser feliz y vivir una buena vida.
Gracias a la practica de la frugalidad he simplificado mi vida. He identificado y eliminado todas aquellas cosas que no me aportaban lo suficiente y me he quedado con las pocas cosas que verdaderamente me hacen feliz.
La frugalidad me ha permitido gestionar mi dinero de forma más inteligente. Ahora para sentirme un vividor no me hace falta gastarme todo mi dinero. Como gasto menos y mejor, he logrado aumentar mi tasa de ahorro sin percibir una reducción de mi calidad de vida.
Ser frugal ha hecho posible que pueda disfrutar del presente sin renunciar a construir mi futuro.
Conclusión
El vividor imprudente, en su obsesión por disfrutar del presente, está descuidando su futuro. El ahorrador obsesivo, en su obsesión por asegurar su futuro, se está perdiendo el presente.
El único momento que realmente poseemos es el presente. Darle la espalda puede llegar a ser un error del que nos arrepintamos toda la vida.
No disponer de unos ahorros para afrontar cualquier dificultad que nos pueda surgir en el futuro, puede llegar a ser otro gran error del que nos podamos lamentar.
Tanto el comportamiento del vividor imprudente como el del ahorrador obsesivo son muy peligrosos financieramente hablando. Algo inteligente que podemos hacer es adoptar un comportamiento intermedio en el que nos demos permiso de disfrutar del presente y, al mismo tiempo, nos responsabilicemos de construir nuestro futuro.
Comprender que la vida es impredecible me hace entender que en mi vida debe haber un equilibrio entre el gasto y el ahorro. Tan importante es disfrutar de los placeres del corto plazo como planificar el largo plazo.
Es nuestro deber disfrutar del presente, pero también lo es construir nuestro futuro. El camino más fácil y eficaz que he encontrado para lograrlo ha sido la frugalidad. Frank Sonneberg nos ofreció la mejor definición que he leído hasta ahora sobre lo que significa ser frugal:
“Ser frugal no significa recortar tus gastos o privarte de las cosas que disfrutas. Significa conocer el valor de un dolar y hacer todo lo posible por gastarlo sabiamente”
Si algo estoy aprendiendo en este maravilloso mundo de las finanzas personales es que se puede ser feliz con poco dinero e infeliz con mucho. El truco consiste en aprender a identificar que es aquello que realmente te aporta valor y eliminar de tu vida todo aquello que no.
Vividor imprudente o ahorrador obsesivo. Hedonista o espartano. ¿Qué eliges?. Pues ni lo uno ni lo otro. Elijo ser un vividor prudente y, al mismo tiempo, un ahorrador consciente.